Pampa Azul, el proyecto de vanguardia científico que antecedió al streaming del Conicet y cayó en el olvido

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Por: Luciana Rosende-Tiempo Argentino

El streaming submarino que acumuló más de 12 millones de vistas va llegando a su fin. El buque del Schmidt Ocean Institute, tripulado por científicos y científicas del Conicet, se acerca al puerto de Buenos Aires (donde arribará entre el lunes y martes) tras concluir la exploración del cañón submarino de Mar del Plata que causó un furor inédito, en medio del peor desfinanciamiento a la ciencia nacional desde vuelta de la democracia. Las cámaras mostraron a seres ya convertidos en íconos, como la célebre Batatita, la estrella Patricio o el pulpo Dumbo. Pero, lejos de los flashes, la situación de las ciencias del mar en la Argentina está en penumbras. El embate del gobierno de Javier Milei contra la ciencia y la técnica alcanzó también a una iniciativa que es el mayor antecedente al «Streaming del Conicet».  Estaba dedicada a fortalecer la cuestión marítima en la agenda de desarrollo nacional. Su nombre: Pampa Azul.

Surgió en el gobierno de Cristina Fernández en 2013, luego desfinanciada por Mauricio Macri, y relanzada el 6 de julio de 2020, ya con Alberto Fernández, que proponía desde incrementar barcos y campañas hasta desarrollar radares, satélites, boyas y reforzar el sistema nacional de datos.

Se trataba de “un programa interministerial estratégico con la convicción de transformar al Mar Argentino en un vector de desarrollo para nuestro país. Significaba poner al complejo maduro de ciencia y tecnología argentino a conocer el Mar Argentino para administrarlo y generar las condiciones necesarias para la producción sostenible en las tres dimensiones: ambiental, económica y social”, definió Daniela Vilar, ministra de Ambiente de la provincia de Buenos Aires.

Desde la llegada de Javier Milei al Gobierno nacional todo esto fue paralizado, desfinanciado, abandonado, vaciado de contenido. En fin: destruido. Este vaciamiento del complejo científico-tecnológico nacional y soberano es la precondición para avanzar en lo que sugería Bertie Benegas Lynch: privatizar el Mar”, advirtió en diálogo con Tiempo. Tras la parálisis a nivel nacional, el programa resurgió bajo su órbita de PBA: Pampa Azul Bonaerense.

Subordinar las agendas locales

Vilar destacó dos cuestiones sobre la expedición ‘del Conicet’ que se convirtió en tendencia: que no hubiera sido posible sin todo el desarrollo científico y tecnológico fomentado previamente desde el Estado en años anteriores; y que la recorrida a bordo del buque estadounidense “implica un desplazamiento del liderazgo estatal hacia actores privados internacionales, quienes adquieren un rol protagónico en la determinación de prioridades científicas y ambientales, con el riesgo potencial de subordinar las agendas locales a intereses externos o globales”.

Juan Emilio Sala, ex titular de Pampa Azul a nivel nacional y actual coordinador de la edición bonaerense, también tiene una mirada crítica sobre el modo en que se orquestó la campaña submarina viralizada. “La precondición para esta campaña es que ellos vaciaran el complejo científico tecnológico”, afirmó sobre las características de la expedición que se concretó en medio del desguace del sector por parte del gobierno libertario.

“Yo también estoy contento por lo que está pasando a nivel comunicacional –aclaró–. Pero estoy preocupado. Si existía Pampa Azul, esto no se aprobaba de este modo. Las recomendaciones hubieran sido: ‘tenemos el buque, nos falta el ROV (robot de última tecnología que permitió explorar a más de 3900 metros de profundidad, sin dañar el ambiente), dennos cinco años y lo desarrollamos, pero tengámoslo nosotros’. De hecho hubo uno parecido, lo desarrolló Conicet en 2012. Argentina tiene capacidad para ir por un ROV”.

“Mis colegas repiten que esto sería imposible con fondos y tecnología propia. Eso es falso. Las campañas para obtener información existieron y fueron tremendamente productivas”, dijo en referencia a las expediciones Talud Continental I, II y III realizadas entre 2012 y 2013 por investigadores del Conicet, muchos de los cuales participan de la famosa Talud IV.

“Creemos fundamental recuperar urgentemente el rol de los Estados, tanto nacional como subnacionales respecto de la discusión estratégica sobre quién, para qué y con quiénes necesitamos establecer la agenda de investigación y desarrollo tecnológico para la correcta administración soberana de nuestro territorio marítimo y bicontinental”, concluyó Vilar. “Nadie está en contra de que se aumente el conocimiento marino, pero me hubiera gustado que fuera con ciencia y tecnología propias”, cerró Sala.

Las ciencias del mar corren peligro

Tres de los científicos a bordo del buque de investigación Falkor pertenecen al Centro Nacional Patagónico (Cenpat). Ese espacio fue uno de los que participó del paro y movilización del Conicet a mediados de esta semana, en contra de un vaciamiento que ya provocó la pérdida de 4040 puestos en el sistema científico tecnológico a nivel nacional.

Leonardo Venerus es investigador de ciencias marinas y delegado gremial de ATE en ese Centro. Desde Puerto Madryn, Chubut, vive como “una bocanada de aire fresco” el interés social por la investigación submarina, en medio de los agravios del sector ‘libertario’. Sin embargo advierte que, más allá del éxito fenomenal de la expedición, los trabajos relacionados con las ciencias del mar corren peligro.

“La afectación se da en todas las áreas de conocimiento, pero cuando hablamos de estudios marinos los recursos necesarios son mucho mayores. Si bien el mar lo tengo a cuatro kilómetros de mi casa, sacar una embarcación al agua, llevar tripulación, son gastos muy onerosos. En su momento en alguna campaña llegué a cubrir gastos con fondos propios: hoy no puedo ni pagar un tanque de combustible a la península con mi dinero”, contrastó.

Tal como ocurre con la mayor parte de los proyectos que dependían de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, “todas las fuentes de financiación están cortadas. Había proyectos en ejecución y ese flujo de dinero se detuvo”.

En el marco de Pampa Azul, por caso, el equipo que integra Venerus había trabajado en un protocolo de monitoreo para el Golfo San Jorge, donde se encuentran dos de las pesquerías más lucrativas del país: langostino y merluza. “Era relevante ese trabajo sobre recursos tan importantes para la economía. Sobre cómo los afecta el cambio climático, la acidificación del mar, etcétera. Todo eso se cortó –lamentó el investigador–. Como biólogo costero hoy trabajo con datos que tomé en otro momento o con colaboraciones con colegas internacionales que por ejemplo ponen dinero en el Mediterráneo. Es la manera de permanecer en el sistema. Estamos poniendo nuestra capacidad a disposición de un tercero”.

Patricia Rincón, bióloga marina e investigadora del Centro para el Estudio de Sistemas Marinos (Cesimar), también alertó sobre la parálisis de estudios en curso por falta de financiamiento. Un botón de muestra: como parte del comité científico de las XII Jornadas Nacionales de Ciencias del Mar, que se realizarán en diciembre en Chubut, debieron «darle accesibilidad a mucha gente que por el corte de subsidios no tiene forma de ser parte de este intercambio de saberes”. Se trata de un encuentro clave para el sector, donde varios de los investigadores hoy a bordo del Falkor estarán a cargo de la selección de trabajos sobre el fondo marino. Para permitir la participación pese a la falta de fondos, se permitió la vía virtual: “Vimos una situación tremenda. El 45% de las personas que iban a venir no pueden hacerlo y estarán de forma remota”.

Entre pulpos y pepinos de mar

Con un promedio de más de 500 mil vistas por stream, las transmisiones desde el buque de investigación en el cañón submarino de Mar del Plata batieron todos los récords. Las métricas respecto a las ediciones anteriores reflejan claramente el pico generado por el interés argentino.

La divulgación se convirtió en entretenimiento pero también en contenidos escolares educativos. Como una charla en vivo entre un biólogo embarcado y una primaria pública de Camarones (Chubut). O la creación de un álbum de figuritas sobre especies marinas por parte de una docente, para aprovechar al máximo el interés despertado en niños y niñas que hasta inventaron juegos para convertirse en exploradores marinos.

“Cuando los que hacemos investigación tenemos que explicar nuestro laburo a alguien que se dedica a otra cosa, siempre apuntan a lo práctico. A qué cosas se comen o cuáles pican. Lo que se viralizó está en el otro extremo. Toda la vida luché para explicarle a la gente por qué sirve esto. Cuando uno es capaz de abrir una ventana y mostrar lo que es este trabajo, aún si no tiene una aplicación práctica, puede generar interés”, resumió Agustín Schiariti, investigador del Conicet en el Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (Inidep), uno de los organismos que tiene participación en la expedición del momento.

Ver que hay chicos interesados en estudiar esto emociona. Al menos genera eso: ver que hay un capital social que no se perdió –destacó Leonardo Venerus, del Cenpat–. Es difícil de explicar. Mientras que en otros lugares tenían 200 visualizaciones simultáneas, acá superaban las 80 mil”.

Expediciones

Las expediciones Talud Continental I, II y III –realizadas en 2012 y 2013 por impulso del sistema científico estatal- fueron el antecedente que despertó el interés de la fundación extranjera que eligió estas aguas para incursionar con su tecnología. Hasta 2022, habían dado lugar a 62 publicaciones internacionales indexadas, 59 presentaciones en congresos, ocho tesis de licenciatura, once tesis doctorales (cuatro finalizadas) y gran cantidad de pasantías estudiantiles.

Paralizados

El caudal de información y la cantidad y calidad de muestras obtenidas en la expedición del cañón submarino de Mar del Plata dará lugar a años de investigaciones. Mientras, abundan los trabajos relacionados con las ciencias del mar que permanecen congelados por el corte de subsidios:

– Una investigación sobre depredación en intermareales rocosos de la Patagonia apunta a entender los efectos de un reciente invasor, el cangrejo verde.
– Otra sobre actualización y dinámica poblacional del elefante marino del sur, algo relevante por la mortalidad por la gripe aviar en 2023.
– Un proyecto estudia el acople entre tormentas de viento, oleaje, corrientes y las arribazones de vieira Tehuelche en el Golfo San José, que tienen impactos negativos sobre la población de vieira y los pescadores que dependen de ese recurso para subsistir.
– Un trabajo que busca analizar los efectos de especies no nativas en comunidades de estructuras artificiales costeras. Y la lista sigue…

“Uno de los intereses originarios de Pampa Azul era mostrar el océano a la sociedad, para que lo hiciera parte”

Marcelo Acha, doctor en Ciencias Biológicas, investigador del Conicet y la Universidad de Mar del Plata, trabajó en Pampa Azul como coordinador del grupo Agujero Azul, una de las cinco áreas geográficas prioritarias establecidas dentro del programa.

“Pampa Azul fue creado por ley. Nadie lo derogó. Pero veníamos teniendo reuniones periódicas, había varias instancias colegiadas, y desde que asumió el nuevo gobierno no se convocó más. No hay un responsable de Pampa Azul. No hay financiación. No hubo más campañas ni otro montón de actividades, porque la ciencia era importante pero no era lo único en Pampa Azul: había divulgación, interés en desarrollos tecnológicos, aprovechamiento de energía. Funcionalmente está todo parado”, describió Acha a Tiempo.

“Esto que estamos viendo del Falkor, como hecho comunicacional, es algo extraordinario. Ha superado las expectativas de quienes lo están promoviendo. Uno de los intereses originarios de Pampa Azul era mostrar el océano a la sociedad, para que lo hiciera parte”, señaló en relación al impacto del streaming submarino.

“Somos una sociedad que ha crecido a espaldas del mar y teníamos la convicción de que si la sociedad hacía suyas algunas cosas, después iba a ser más fácil que el Congreso apoyase iniciativas para el desarrollo del mar. En ese sentido, esto fue un boom”, sostuvo Acha. Pero agregó: “Siempre hubo vínculos con países extranjeros y todas esas instancias son interesantes, pero también hay que decir que nuestra ciencia del mar no puede estar sostenida por eso. Tenemos que tener una agenda propia, investigar los sitios que son de interés para el país. No lo minimizo, pero la columna vertebral tiene que ser una agenda propia. Si no, investigás con la agenda de otro”.

Agustín Schiariti, también doctor en Ciencias Biológicas e investigador del Conicet en el Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (Inidep), remarcó que “Pampa azul concentraba un montón de proyectos. Al haber eliminado Pampa Azul, que era considerado como uno de los temas prioritarios en Conicet, todo lo relacionado a ciencias del mar pierde financiación como temática. Las campañas en el mar son muy caras, se terminaron cayendo. Muchos grupos de investigación se desfinanciaron completamente o están teniendo que buscar fuentes externas. Y temáticamente los van llevando para otros lados: cuando la plata viene de afuera, hay temas que quedan restringidos porque son de interés local”.

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