La doctora canadiense que dejó de atender partos y ahora ayuda a morir a pacientes enfermos

Compartir:

«Él está acostado en el patio de un dúplex. Es un hermoso escenario, con amigos a su alrededor. Estoy a punto de administrar los medicamentos, toma mis manos, me mira a los ojos y dice: ‘Doctora Green, esto va a sonar un poco loco, pero creo que usted me salvó la vida. Muchas gracias'».

La doctora Stefanie Green acababa de administrar por vía intravenosa una combinación de sustancias que matarían a su paciente en pocos minutos. Ella es pionera entre los médicos que ofrecen muerte asistida en Canadá. Y es autora del libro de memorias «This is Assisted Dying» («Esto es muerte asistida»), en el que relata sus experiencias.

En su sitio web asegura que la muerte asistida no es poner fin a la vida de alguien. «La enfermedad y el sufrimiento están haciendo eso. Entiendo la muerte asistida más como realizar la voluntad de la persona», dice.

En Canadá, la legislación permite la muerte asistida desde hace casi diez años. Pueden solicitar la muerte asistida adultos con enfermedades graves e incurables, que causan sufrimiento intolerable o están en estado terminal, y desde 2021 la ley fue flexibilizada para incluir pacientes no terminales que estén sufriendo de manera intolerable.

Green reflexiona sobre la idea de un médico que ayuda a pacientes a morir. «Muchas personas piensan que nuestro papel como médicos es salvar vidas, prolongar vidas, y en cierto sentido, eso es verdad. Pero creo que la esencia de lo que hace un médico es ayudar a las personas», asegura.

Y sentencia que los profesionales ayudan «a las personas a luchar contra enfermedades», pero en ocasiones no hay «nada que ofrecer. Nos encontramos con enfermedades que no podemos combatir con éxito. Y nuestro papel no es abandonar a los pacientes».

«Creo que el rol del médico es ayudar a las personas en todas las etapas de sus vidas, y la muerte asistida es una extensión de eso», afirma.

Del parto a la muerte asistida

Stefanie Green, de 56 años, inició su carrera atendiendo a mujeres embarazadas, asistiendo en el parto y acompañando a recién nacidos. Hoy se dedica a ofrecer la muerte asistida.

Green cuenta que «había visto muchas muertes. Buenas muertes, pero también muertes malas», y eso fue lo que la decidió. Pocos días después de que la ley entrara en vigor, el primer paciente llamó a su puerta.

«Por supuesto que fue impresionante. Extraordinario. Claro que nunca olvidaré ese momento. Tengo mucha suerte y gratitud por haber trabajado con ese paciente y su familia en ese primer evento», recuerda, y también asegura que «fue un paso en la oscuridad. No tenía muchos colegas con quienes hablar sobre el tema, nadie que me enseñara cómo hacerlo».

«La primera vez que hice esto, me di cuenta de cuán privilegiada era al ser invitada a ese espacio tan íntimo».

Casi disculpándose por sonar «quizás un poco dramática» en sus propias palabras, dice que ocho años de este trabajo la convirtieron en una mejor profesional y mejor persona: «Me dio más compasión. Me hizo abrir los ojos a otras perspectivas, a lo que las personas quieren, y por qué. Me mostró que la cuestión no es la muerte sino lo que tiene significado para las personas. Lo que han perdido, cómo explican lo que han perdido y por qué eso es importante para ellas».

El libro de Green ofrece otros relatos conmovedores de personas que dieron su último adiós, como la esposa que se quitó la ropa, se acostó en la cama junto a su marido, también desnudo, y permaneció allí, abrazada a él durante varios minutos, hasta que Green administrara los medicamentos.

Las muertes, al igual que los nacimientos, son situaciones únicas, dice la médica, «porque las personas son únicas».

Cuatro medicamentos

Green detalla los dos métodos utilizados en Canadá para llevar al paciente a la muerte. En el primero, raramente utilizado, el médico le da al paciente un vaso que contiene un poderoso barbitúrico. El propio paciente bebe el líquido, se duerme, entra en coma profundo y muere en aproximadamente media hora. «Para algunas personas, la automedicación es muy importante, ese autocontrol. Entonces ofrecemos ese método».

El otro método es el más habitual: el médico administra el medicamento en la vena del paciente.

Se utilizan cuatro medicamentos. El primero, un fármaco para la ansiedad, se usa para relajar al paciente. «Es una dosis alta, así que el 98 o 99 por ciento de los pacientes se duermen. Sus síntomas desaparecen y se sienten bien». La segunda medicación, opcional, es un anestésico ligero que insensibiliza la vena por donde se administrarán las drogas; Green dice que siempre lo usa.

La tercera medicación es un medicamento utilizado para hacer dormir a una persona durante una cirugía. En dosis altas, este medicamento lleva al paciente de un sueño ligero a un sueño profundo y luego al coma. Cuando esto ocurre, normalmente la respiración se vuelve más lenta y se detiene. Muchas personas mueren después de la tercera medicación, pero Green dice que los médicos usan «una cuarta medicación que interrumpe los movimientos de los músculos del cuerpo. Entonces, utilizo estos cuatro medicamentos y sé que, si se aplican en la vena del paciente, él va a morir».

«Es una forma brutal de explicarlo, pero eso es lo que sucede», indica.

Los criterios

La muerte del paciente es el final de un largo proceso durante el cual Green evalúa cinco criterios para definir si la persona califica para recibir la asistencia según la ley:

1- el paciente debe tener más de 18 años.

2- debe tener derecho a asistencia médica pública en Canadá.

3- debe hacer la solicitud voluntariamente, sin interferencia de otras personas.

4- el paciente debe tener condiciones mentales para hacer la solicitud, lo que implica comprender qué está mal consigo mismo y ser capaz de dar su consentimiento para el procedimiento.

5- la persona también debe estar informada sobre otras opciones de cuidado disponibles, incluyendo cuidados paliativos.

«Además hay una serie de procedimientos que involucran opiniones de especialistas. Y si al final de este proceso no estoy segura de que la persona cumple con los criterios, no firmo los papeles», sentencia.

Una vez que está claro que la persona puede tener una muerte asistida, Green prepara a los pacientes y familiares para el evento. Esto implica conocer al paciente a lo largo de varias visitas. En el día señalado, llega al lugar elegido por el paciente para recibir la asistencia.

«Pasamos unos diez minutos a solas y reevalúo si esto es realmente lo que quiere. Siempre tienen la oportunidad de cambiar de idea, hasta el último minuto», cuenta, y añade que los pacientes necesitan saber quién es ella, por qué está allí. Luego conversa con los invitados y familiares para explicarles «paso a paso lo que va a suceder. Hecho esto, nos reunimos en el lugar que el paciente eligió. Puede ser en la sala, en el jardín, en la habitación».

«Creamos un espacio para cualquier ritual que el paciente haya solicitado. Oraciones, lecturas, música. A veces, la persona quiere hablar, contar historias, reír, llorar. Decir el último adiós. Algunos no quieren nada, otros quieren mucho», expone.

Cuenta que una vez más le pregunta al paciente si quiere seguir adelante. «Si tengo el permiso, sin prisa, les doy los medicamentos y ellos se duermen frente a la familia. Serenamente, cómodamente, dignamente. Se duermen y mueren».

Green admite que a veces llora. «Soy humana», dice, y argumenta: «A veces es imposible no proyectarse en esa escena. ¿Qué haría si fueran mis padres? ¿O si fuera un hijo mío?». Pero siempre intenta mantener su profesionalismo. «Si perdiera el control no podría hacer este trabajo».

También puede interesarte

Unión se juega todo esta noche ante Mushuc Runa en la Sudamericana

El Tatengue necesita un milagro para seguir con vida en el torneo continental. Desde las 21.30 será...

Imputan este martes a trece policías y cuatro civiles por el fraude con vouchers de combustible

Trece policías de Rosario y cuatro civiles serán imputados este martes en la causa por la malversación de...

Marianela Mirra se separó de José Alperovich y explicó los motivos: «Hasta acá llegué»

Marianella Mirra confirmó su separación del exgobernador tucumano José Alperovich, quien actualmente está preso por violar a...