La Cautiva: una casona de 1860 que atestiguó épocas, dueños y muchas historias

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Por: Ana C. Berdicever

La Cautiva es un establecimiento ubicado a unos nueve kilómetros de Los Molinos departamento Caseros con un gran valor patrimonial, histórico y arquitectónico. Es una casona construída en 1860. En estos 165 años tuvo muchos propietarios y sus últimos son los que mantienen viva la casa y su alrededor. Hay mucha historia y muchos recuerdos que se palpitan al llegar al lugar. En el 2015, se declaró “Bien de significado histórico cultural” a los campos y edificios de la Estancia.

      Fotos: Juan José García

Es sábado a la mañana, un día de sol que deja divisar claramente el paisaje. Para acceder al lugar no hay señalética, pero si memoria. Para acceder al casco, como todo paraje hay que abrir la tranquera, atravesar campo y allí estaba. Pintada de rosa, esperando que abran sus puertas para entrar y contar su historia.

Mimí y una amiga son las anfitrionas. Mimí Banchik de Bilesio es la dueña de la estancia junto a sus tres hijas.Hace poco publicó un libro junto a las arquitectas Elisa Pardo y Bibiana Cicutti donde se relata las historias de malones y pioneros, inmigrantes, una leyenda familiar y una historia de amor por el establecimiento.

https://elciudadanoweb.com/historia-de-la-casona-la-cautiva-recuerdos-y-pasion-reunidos-en-un-libro/

“Compramos la casona en 1972”, cuenta Mimí, pero la historia la liga desde que su marido (fallecido) y ella tenían 18 años y él estaba enamorado del lugar. Contó que un día, cuando eran jóvenes, le dijo vamos a un lugar cerca de acá (los dos vivían en Casilda) y le expresó su deseo: “yo la compraría nada más por su nombre. Mimi asegura que recuerda muy bien esas palabras.

“Él siempre estuvo muy pendiente de la casa, empezamos a estudiar en la Facultad y nos recibimos de abogados, pero él siempre tuvo una fuerte vocación por el campo, quería ser productor agropecuario y siempre daba vueltas alrededor de La Cautiva”, señaló.

                                      Fotos: Juan José García

Siguió de cerca todos los pasos y a sus propietarios. La estancia entró en remateatravesó una orden judicial de clausura total por una ocupación ilegítima y finalmente tras muchas instancias judiciales, lograron comprarla en 1972. Cuando Mimí estaba embarazada de su tercera hija.

“Desde que la habitamos disfrutamos mucho del lugar, pasábamos las vacaciones de verano e invierno aquí, siempre en familia y con muchos amigos también”, recordó.

Propietarios anteriores

Frente a La Cautiva, pasaba el por entonces Camino Real que conectaba a Buenos Aires con Córdoba y con el Alto Perú, por donde transitaron distintos ejércitos nacionales.

La estancia tiene su origen en la subdivisión de varias lonjas de tierras confiscadas a los jesuitas en 1775. Primero perteneció al capitán Gerónimo Acevedo, después pasó a manos de los hermanos Nicolás y Meliton Sotomayor y, en 1871, fue comprada por el ex gobernador santafesino Mariano Cabal, quien años más tarde debió entregársela al Banco de Londres para pagar un crédito.

Posteriormente la adquirió Pascual Leguizamón y, después de su muerte, quedó para su esposa Sofía Alurralde, quien se casó con el administrador de la estancia, Ismael Núñez, un correntino progresista . Juntos encaran una reforma edilicia que revierte el frente de la casa en el año 1908. La casa antes tenía el frente sobre lo que era el Camino Real, le agregan el ala a la galería, sacan dos cúpulas pequeñas y hace una reforma con impronta de art Noveau y Art Deco. Desde allí comienzan a aparecen las inscripciones con las siglas SAN que es su nombre: Sofía Alurralde Nuñez en los vidrios y paredes y en el nuevo frente se puede leer: Villa Sofía.

Fotos: Juan José García

A modo de anécdotas Mimí contó que Sofía está enterrada en el cementerio La Recoleta en Buenos Aires y que se  puede visitar allí su tumba.

También explicó que la escuela de Los Molinos se llamaba Ismael Nuñez, cuando el gobierno le exige tener un nombre institucional le ponen Provincia de Corrientes (porque era correntino).

En la Cautiva se realizó el primer levantamiento de peones rurales contra Nuñez. “Hay una historia real, los mataron, los masacraron en Rosario y volvieron muy pocos”, dato que se encuentra en el libro escrito por Mimí y las arquitectas.

Cuando Mimí y su familia habitaron la casa, vivía la familia de un maestro quesero que habían traído de Suiza para atender una cremería que ya no funcionaba. El sótano es testigo de ello.

En la estancia funcionó un criadero de cerdos de raza. Era un criadero modelo dotado de piso de cemento y grupo electrógeno con capacidad para albergar 5000 ejemplares.

                                       Fotos: Juan José García

Los animales al parecer se apestaron y hubo que sacrificarlos. Sus dueños se fundieron, tuvieron que recurrir a un crédito hipotecario y finalmente la casona entró en remate.

Lo compra una persona a la que le arman una ocupación ilegal. Es por ello que el dueño ordena una clausura total de la ocupación del lugar. El litigio duro unos 5 años.

Tras el paso del tiempo y la adquisición del campo, Mimí contó que ellos lo compran sin haber visto más que  la cúpula ya  que el yuyo era tan alto que no se veía nada más. Contrataron  600 animales para pastaje y realizaron el trabajo de cortar todo el pasto.

                                         Fotos: Juan José García

Leyendas

Una de las leyendas que relató Mimí es que en los muros están y aún se conservan las troneras que eran una surte de ventanas de hierro redondas para que los guardias divisaran las presencias de bandidos, animales o indios. “Esto era un puesto de avanzada contra los indios”, acota Mimí.

La leyenda cuenta que uno de los dueños tenía una niña a la que los indios habían secuestrado cuando tenía 4 ó 5 años. Se la buscó durante años sin éxito alguno.

El ataque de los indios era en malón. La estrategia era que sólo se acercaba uno  para registrar y reconocer el lugar, y le daba la voz de mando al resto para el ataque.

Al parecer un guardia vio a un jinete con indumentaria indígena y sin dudar, para evitar una masacre, asesinaron esa figura. Al parecer se trataba de aquella niña secuestrada y cautiva. “Hermosa leyenda, pero no es comprobable”, refuta Mimí.

Otro mito que se baraja en el lugar es la presencia de un túnel  que se encontraría en el sótano y tendría salida al río Carcarañá para escapar de los aborígenes. Fernando Bilesio, el marido de Mimí estuvo muy interesado en descubrir si realmente existió dicho túnel. Realizó excavaciones y una serie de reconocimientos en el campo, pero nunca descubrió nada por lo que creen que el túnel forma parte de las leyendas populares de la zona.

Incluso él intentó hacer una experiencia en el campo para lo cual necesitó cavar y hacer una serie de reconocimientos. Conclutó con que  tal túnel no existe.

La Cautiva, su nombre

La Cautiva lleva ese nombre por las mujeres cautivas por los indios. Algo que era común en la época. Los malones robaban animales, saqueaban estancias y raptaban mujeres. 

En 1830 hubo un caso muy resonante, el de la Posta de la Candelaria, cerca de lo que es hoy Casilda. Santiago Gallegos casado con doña Agustina Galloso tenían cinco hijas. Los indios primero secuestraron a dos, después a otras dos, después la quinta pretendió ir a buscar a sus hermanas y también quedó cautiva.

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