Enrique Carpintero: La tentación neofascista de Milei no se debe a cuestiones psicológicas

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“Probablemente Milei pueda ser loco o cruel, pero no es un problema psicológico”, planteó Enrique Carpintero, psicoanalista y director de la editorial Topía. En Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (AM 1190), explicó que “la tentación neofascista” no surge de la mente de un individuo, sino de un contexto económico, social y político. “Este capitalismo voraz, basado en el capital financiero, produce una cultura del miedo y del sálvese quien pueda”, señaló. Y remarcó: “El principal problema de la salud no son las enfermedades cardíacas ni oncológicas, sino la desigualdad social”.

Enrique Carpintero es doctor en Psicología, psicoanalista, ensayista y editor. Es director de la revista y de la editorial Topía, que él mismo fundó. Fue docente en la Universidad Nacional de Rosario y participa frecuentemente en congresos, seminarios y charlas sobre salud mental y psicoanálisis. Ha escrito numerosos libros y artículos, incluyendo obras destacadas como Historia del psicoanálisis en la Argentina (en dos tomos) y La tentación neofascista, su libro más reciente, donde analiza el ascenso de los modelos neofascistas apoyados en el capital financiero, el odio y el miedo como políticas sociales.

Estábamos revisando aquí la reseña de su nuevo libro La tentación neofascista, donde aclara que “la tentación de Milei no es un problema psicológico”. En Editorial Perfil tenemos un editor de la revista Noticias que escribió un libro sobre Milei, curiosamente titulado El loco, un calificativo que el propio Milei adoptó como rasgo positivo de su personalidad cuando eligió Balada para un loco en el Teatro Colón como tema central de la apertura de su ciclo presidencial. Siempre hay una discusión respecto de la vulgata, el psicoanálisis aplicado al psicoanálisis social. Usted es el mejor especialista para explicárnoslo y para explicar la tentación neofascista, las dos cosas. ¿Cuál es el problema de la tentación neofascista y cuál es el problema psicológico del presidente, si es que se lo puede poner en esos términos?

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Hablo de la tentación neofascista porque no se puede caracterizar hoy este gobierno como neofascista. En primer lugar tenemos que definir un poco qué queremos decir cuando hablamos de neofascismo. Esto es para diferenciarlo del fascismo clásico, típico de los años 30, Mussolini, Hitler, que eran gobiernos básicamente nacionalistas, estatistas, del desarrollo inclusive del capital industrial, muy diferente hoy a este fascismo, o este neofascismo, que se sostiene en un neoliberalismo cuyo eje es apuntar al desarrollo del capital financiero.

El neoliberalismo surge, inclusive, allá con Thatcher, Margaret Thatcher. Recordemos que Margaret Thatcher no dudó cuando tuvo que forzar las huelgas mineras y reprimirlas, e inclusive dejó morir tres personas en una huelga de hambre. Y acá, en Latinoamérica, el neoliberalismo se instala bajo dos dictaduras: básicamente en Chile con Pinochet y acá en la Argentina con Martínez de Hoz y el gobierno militar. Es decir, este neoliberalismo, en función de las políticas que lleva, genera la necesidad de un gobierno posible autoritario. Y, de hecho, va anulando ciertas leyes o ciertos beneficios sociales democráticos que hemos podido conseguir en todo este tiempo.

Yacá, este neofascismo, lo escuchaba recién, la frase que ustedes ponían en relación a cuando habla de los periodistas, este nivel de odio que genera, este nivel de miedo que genera, es una forma de sostener esta política. Ahora bien, es cierto, hay una polémica, podemos llamarla así, en relación a pensar que Milei es loco ,que probablemente, yo la verdad no sé, pero probablemente puede ser loco, puede ser cruel. Pero no es un problema psicológico en el cual estamos insertos, sino un problema de tipo económico, social y político. Lo que yo digo es que el capitalismo, inclusive cuando surge allá en el siglo XIX, es un capitalismo absolutamente cruel. La gente tenía que trabajar 12, 14, 16 horas; trabajaban chicos.

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Es decir, no es este el tema, sino el tema es: ¿al servicio de qué está esta crueldad? Y esta crueldad está al servicio del desarrollo del capital en su forma de capital financiero. Acá hay un texto de Freud, escrito con Bullitt, que era el embajador en ese momento en Austria, sobre Woodrow Wilson. Wilson era el presidente de Estados Unidos. Freud escribió una biografía de Wilson y allí utiliza una frase. Porque una de las características que decía de Wilson era que era paranoico, obsesivo, etcétera. Pero este no era el problema. Decía: al contrario, la historia muchas veces necesita de estos personajes para poder desarrollar ciertas cuestiones en relación a los intereses que tiene. Es decir, yo creo que en este sentido, muchas veces se invierte y se hace lo que se conoce, básicamente, como un psicologismo, en el cual no tiene sentido. Porque es lo mismo que decir que Hitler era cruel. Obviamente que Hitler era cruel o Mussolini. Pero el problema no era la crueldad de Hitler o la crueldad de Mussolini. Creo que hay otros factores a tener en cuenta.

Pero además, por otro lado, este neofascismo se apoya en lo que yo denomino un “traumatismo social generalizado”, que no es de ahora: viene de hace tiempo. Es decir, donde hay una cultura basada, de cierta manera, el “sálvese quien pueda”, una cultura basada en lo que yo llamo un exceso de realidad. ¿Qué quiero decir con “exceso de realidad”? Un exceso de realidad estoy hablando de una realidad que no permite ser procesada simbólicamente dentro del aparato psíquico. Es una realidad donde no es más realidad este exceso, sino menos realidad: no existe. Es esta realidad la que produce efectos traumáticos. Si uno no puede procesar psíquicamente ciertas cuestiones que aparecen, lo que se produce son hechos traumáticos.

De allí que este exceso de realidad lo que va a llevar, para hacerlo sencillo, es a una indigestión psíquica que produce efectos traumáticos. De allí que este exceso de realidad produce monstruos. Cuando yo hablo de “monstruo”, no hablo de fantasías, como puede ser un psicótico, ni de delirios, como puede aparecer en las características de un paciente psicótico, sino que produce monstruos en lo real. Produce efectos en lo real concreto, produce efectos en ciertas cuestiones ligadas a depresiones, cuestiones psicosomáticas y, fundamentalmente, un tema del que se suele hablar poco: el tema de los suicidios. Acá, y en el mundo, tenemos que pensar en esto. Lo dicen las Naciones Unidas, la ONU: cada 90 segundos se suicida una persona. Y, por otro lado, acá en la Argentina existe un gran problema en relación a suicidios e intentos de suicidio en jóvenes y adolescentes.

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Esto tiene que ver con esta cultura del “sálvese quien pueda”, con esta cultura donde desaparece la posibilidad de apoyarnos en los vínculos. Y lo que se genera, si estamos con este gobierno, es el miedo. Si tengo trabajo, tengo miedo a perderlo. Si no lo tengo, tengo miedo a no encontrarlo. Me encuentro con miedo al otro, me encuentro con el miedo que me aísla, que me lleva a ciertas cuestiones que no son buenas para la salud. Y cuando hablo de salud, hablo de salud en general. El primer problema de la salud, de la salud en general, no son las cuestiones cardíacas, las cuestiones oncológicas, que por supuesto están, sino que el principal problema de la salud es la desigualdad social. Este es un tema central.

La gente se muere a veces porque no tiene ni para tomarse un geniol, o no tiene inclusive para llegar al hospital. Y cuando llegan al hospital, llegan en condiciones tan desastrosas que terminan muriéndose. Esto aparece en la salud general y en la salud mental en particular. Creo que este es un tema importantísimo. Es decir, cómo este capitalismo voraz, o que inclusive hoy aparece en ciertos países como Noruega, Suecia, etcétera, sin idealizarlos, pero hay cierto plafón en relación a la posibilidad de encontrar soluciones colectivas, que acá han desaparecido.

Bueno, como esa famosa frase que se impuso con la serie El Eternauta: “Nadie se puede salvar solo”. Este es el tema. Y este es el punto central en relación a este gobierno, cómo en determinados sectores de la población, ha ganado lo que ellos llaman la batalla cultural. Es decir, este gobierno, en determinados sectores de la población, ha logrado que la gente crea que se puede salvar sola.

LT

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