Miguel Passarini
Tomando como disparador uno de los mitos fundacionales de la Argentina: Civilización y Barbarie, acaso la primera gran grieta y la más profunda e insondable, al mismo tiempo que un paradigma histórico, simbólico, político y cultural que divide al ser nacional y a la sociedad entre lo urbano, aquello supuestamente culto que vino de Europa, y lo rural o indígena, asociado a la tradición local a la que se ha mirado siempre con cierto desprecio, un importante equipo artístico rosarino se dispone a estrenar este fin de semana la obra teatral Voces que el viento trae.
Del absurdo al gótico
“Precisamente, de Civilización y Barbarie es el mito del que deriva la idea de Una nación para el desierto argentino (de Tulio Halperin Donghi). De allí surge esta historia, la de un padre militar del Ejército Argentino de la época de la Conquista del Desierto que se traslada con su mujer y sus tres hijas a las tierras del exterminio patagónico. La madre huye del horror y se va a vivir con los indios abandonando a su marido y a sus hijas. El padre, militar, desata una matanza entre los indios para luego suicidarse. Las tres hijas, niñas-adolescentes, quedan solas en la casona familiar, atrapadas en un permanente loop, en un tiempo dilatado, un tiempo sin cronos dónde envejecen dentro de sus vestidos infantiles. La obra tiene dos influencias manifiestas: el teatro del absurdo y el gótico”.
De este modo, el actor, dramaturgo y director rosarino Armando Durá presenta Voces que el viento trae, su nuevo trabajo, que tendrá su estreno este domingo 7 de septiembre en Espacio Bravo, material que cuenta con la asistencia de dirección de Alita Molina, y las actuaciones de Nives Paschetto (Margarita), Jorgelina Farioli (María), Eugenio Tamburri (Padre, General del Ejército Argentino), Cecilia Murillo (Eloísa) y Temis Parola (Vieja Vizcacha), con diseño y realización de vestuario de Lorena Fenoglio, diseño y realización de escenografía de Carlos Romagnoli, arte de Gustavo Chinellato, asistencia coreográfica de Mercedes Luisetti, fotografías de Juan Pablo Giordano, voz en off de Susana Cavalieri, edición de sonido en off de Pablo Read y diseño gráfico, redes y prensa de Pika Comunicación cultural.
Mixtura literaria y escénica
“En principio, a esta obra la trabajé en papel durante todo el año pasado. En diciembre armé elenco y ensayamos todo lo que va de este año. La imagen original de la obra, dado que trabajo mucho a partir de las imágenes, tuvo su primer soporte en un cuento propio, en el que tres hermanas, de algún modo las de Chejov, viven en un loop permanente, en un tiempo sin tiempo, como si fueran bailarinas, dentro de una cajita musical, donde son obligadas a seguir ejecutando una misma coreografía. Luego, algo obsesionado por los acontecimientos repetitivos de nuestra historia, encerré esa cajita con las tres hermanas en una caja más grande que es la Argentina con sus mitos fundantes: Civilización y Barbarie y Una nación para el desierto argentino. Y ahí es donde se produce la tensión permanente entre los procesos «civilizatorios» y la eterna vuelta del malón”, relató Durá acerca del recorrido del material hasta llegar a este estreno.
Y en el mismo sentido, profundizó: “Si tomamos prestado aquél concepto de Walter Benjamin que sostiene que «todo proceso civilizatorio encierra un acto de barbarie» estaremos poniendo en cuestión esa idea de progreso impuesta con crueldad”.
De hecho, desempolvar esa parte fundacional de la historia argentina supuso para el creador un proceso de lectura en paralelo al de escritura, donde realidad y ficción se fueron dosificando: “Durante el año de escritura de Voces que el viento trae me nutrí de la literatura y de la pintura. Desde Un excursión a los indios ranqueles de Lucio V. Mansilla, pasando por Facundo de Sarmiento, La Cautiva de Esteban Echeverría, Radiografía de la Pampa de Ezequiel Martínez Estrada o Historia del guerrero y la cautiva de Jorge Luis Borges, hasta autores contemporáneos como Gabriela Cabezón Cámara y Las aventuras de la China Iron, Martín Kohan y Los Cautivos, El viento que arrasa de Selva Almada o las ficciones gaucho-punks de Michel Nieva. Y otra imagen muy inspiradora fue la pintura La vuelta del malón, de Ángel Della Valle”.
Un espectro shakespeariano
En la propuesta, en ese mundo en el que ficción y realidad se vuelven escena como pasa con Shakespeare, “la pesadilla y el miedo vuelven a través de los fantasmas de los pueblos originarios masacrados por el padre militar. El padre se sale de su sarcófago para volver como un espectro hamletiano y conversar con una de sus hijas a la que le transmite el legado de violencia y crueldad. Los personajes de las tres hermanas sufren una permanente evolución que terminará de catalizar a partir de la irrupción del personaje de la Vieja Vizcacha. Personaje excéntrico e hilarante que surgirá del seno de la tierra con tecnología de guerrilla para combatir el eterno regreso de la violencia contra la Barbarie”, detalla el creador en un texto que acompaña el lanzamiento de la obra que cuenta con un elenco muy atractivo y diverso.
“La obra cuenta con un elenco muy sólido y de mucha trayectoria. Con Nives Paschetto, que es una de las actrices más exquisitas que dio esta ciudad, con quien tuve el gusto de compartir escenario en aquella puesta entrañable de Stéfano (dirigida por Damián Ciampeccini) y Balada Malandra (adaptación de la ópera de dos centavos de Brecht). A Temis Parola ya la había dirigido en dos obras y con el resto del elenco, que lo integran Eugenio Tamburri, Cecilia Murillo y Jorgelina Farioli, compartimos aquella memorable experiencia de las 100 Evitas en el Teatro El Circulo de hace algunos años. Finalmente, también integra el equipo Alita Molina en la asistencia de dirección con la que compartí varios trabajos”, destacó Durá.
Y sumó: “Nos une a todos una mirada común respecto a lo que entendemos por teatro y respecto de la importancia de nuestra profesión. La necesidad de poner el cuerpo y dar genuino testimonio de los padecimientos que sufre nuestra gente, en un eterno retorno de los procesos de crueldad y de exterminio. Y otra de las obsesiones que tenemos con el elenco está en producir una sinergia con el espectador que nos ayude a repensar cosas pero, al mismo tiempo, a construir nuevas utopías, aunque suene extemporáneo pensamos en las utopías, en estos tiempos del desánimo y la distopía”.
Finalmente, en esa maraña creativa en la que el actor y el director elaboran juntos un material en el proceso de ensayos, se vuelve inevitable que el acontecer cotidiano se filtre y termine tiñendo el resultado, porque todo hecho artístico es un caja de resonancia social y política del presente en el que habita: “Es inevitable que el repaso de la historia alumbre nuestro presente. Este presente tiene que ver con un legado que transita de una generación a otra. Un legado que imponen aquellos que tienen el monopolio de la fuerza y que dictaminan cuál es la ley y cuál es el orden. En la obra, una de las hermanas conversa con el espectro hamletiano de su padre, General del Ejército Argentino en la Campaña del Desierto, que le impone el mandato de continuar con su legado. Y ese legado no es otro que la continuación de la política de saqueo y exterminio que hoy padecemos. Pero también hay otra gran metáfora: están los fantasmas que vuelven de su extinción, son la vuelta del lejano malón que se resiste a ser olvidado y eso también está pasando”.
Para agendar
Voces que el viento trae se conocerá este domingo 7 de septiembre, a partir de las 20, en Espacio Bravo Teatro (Catamarca 3624). Las reservas de entradas anticipadas se realizan a través del WhatsApp +549-241-6754892.