En la era digital, el acceso a Internet se convirtió en un recurso tan esencial como la electricidad o el agua potable. Sin embargo, miles de millones de personas en todo el mundo siguen desconectadas, especialmente en regiones rurales o remotas.
Frente a este desafío, las constelaciones de satélites de órbita baja emergen como la tecnología clave para cerrar la brecha digital. La empresa SpaceX, del magnate sudafricano-estadounidense Elon Musk, con la red Starlink, lidera actualmente esta revolución, proporcionando conectividad global de alta velocidad. Pero en el horizonte surge un fuerte competidor: Qianfan, el ambicioso proyecto chino que promete redefinir el mapa geopolítico y tecnológico de la conectividad global.
Qianfan, también conocida oficialmente como Spacesail Constellation o G60 Starlink, representa la principal apuesta de China para competir y superar a Starlink en el mercado de Internet satelital.
Respaldada por el gobierno y las principales instituciones científicas chinas, Qianfan no solo busca llevar Internet a las zonas más olvidadas, sino también fortalecer la soberanía digital, impulsar la economía nacional y extender la influencia china a nivel mundial.
Este artículo de iProfesional te explicará el nacimiento, los objetivos, las capacidades técnicas, las implicancias geopolíticas y los desafíos de Qianfan, así como su comparación directa con Starlink, para comprender qué está en juego en esta nueva carrera hacia el espacio.
Starlink: El referente global
Fundado por SpaceX, Starlink se consolidó rápidamente como el modelo a seguir en conectividad satelital. Su misión consiste en ofrecer Internet de banda ancha de alta velocidad y baja latencia en prácticamente cualquier rincón del planeta, haciendo especial énfasis en áreas rurales y lugares donde la infraestructura terrestre es deficiente. Desde su inicio en 2019, Starlink logró colocar más de 6.000 satélites en órbita baja (LEO), con la meta de superar los 12.000 en los próximos años.
El servicio, operativo en todos los continentes, ostenta velocidades medias de descarga superiores a 100 Mbps, latencias de entre 25 y 40 ms, y una creciente base de usuarios que superó los tres millones en 2025. Su modelo de negocio se basa en el acceso directo por parte del consumidor, mediante terminales terrestres portátiles, lo que permite flexibilidad y expansión rápida.
Sin embargo, Starlink enfrenta desafíos importantes: la proliferación de satélites incrementa la amenaza de colisiones y basura espacial, generando llamados a una mayor regulación internacional.
Además, el precio de los terminales y la suscripción mensual sigue siendo elevado para consumidores de regiones menos desarrolladas. Finalmente, Starlink debe navegar frecuentes tensiones geopolíticas, regulaciones nacionales y cuestiones relativas a la soberanía de datos y uso dual militar-civil. Su éxito y problemas convierten a Starlink en el estándar indiscutible contra el que se mide cualquier nuevo sistema, incluyendo el ambicioso Qianfan.
Qianfan: El nacimiento de un gigante
Origen y estructura
Anunciada formalmente en 2023, Qianfan —cuyo nombre significa literalmente «Constelación de mil velas»— es una iniciativa de Shanghái Spacecom Satellite Technology (SSST), respaldada por el gobierno municipal de Shanghái y la Academia China de Ciencias.
Se la llama también Spacesail o G60 Starlink, por el corredor industrial G60 de Shanghái, que cataliza el desarrollo tecnológico en la región. Qianfan integra una red de entidades estatales y privadas, incluyendo la poderosa China Satellite Network Group y fabricantes de tecnología satelital de última generación.
Objetivos declarados
El propósito central de Qianfan es proporcionar Internet de alta velocidad a escala global, poniendo especial énfasis en regiones desatendidas dentro y fuera de China. Otros objetivos incluyen reforzar la soberanía digital —reducir la dependencia de infraestructura extranjera—, apoyar la Iniciativa de la Franja y la Ruta de la Seda, ofrecer soporte a aplicaciones industriales, científicas y de defensa, y conseguir una posición dominante en la carrera global por el control de recursos orbitales y espectro.
Escala y cronograma
Qianfan planifica el despliegue de más de 15.000 satélites en LEO para el año 2030, con una primera etapa de 648 satélites operativos proyectados para finales de 2025 y la meta de alcanzar cobertura global en 2027, mediante 1.296 satélites.
Hasta julio de 2025, se colocaron en órbita cerca de 108 satélites, cifra aún lejana de los objetivos oficiales, principalmente debido a limitaciones en la capacidad de lanzamiento y competencia interna por recursos espaciales. Esta escala permite a Qianfan posicionarse como la mayor red satelital jamás emprendida por China y una de las más grandes del mundo.
Diferenciación estratégica
A diferencia de Starlink, de origen privado y con enfoque comercial internacional, Qianfan constituye un esfuerzo eminentemente estatal, alineado con objetivos estratégicos de desarrollo nacional y defensa. El sistema contempla múltiples aplicaciones: desde conectividad civil y servicios de emergencia hasta soporte a operaciones de defensa, vigilancia y edge computing en órbita.
Además, su arquitectura está pensada para integrarse con otras mega-constelaciones chinas, como la Guowang o la «Constelación de los tres cuerpos», que refuerzan la resiliencia y autonomía de la infraestructura tecnológica china.
Tecnología y capacidades de Qianfan
Diseño de satélites
Los satélites de Qianfan, con una masa aproximada de 450kg cada uno, integran propulsión basada en motores de kriptón de alta eficiencia, capaces de realizar hasta 20 maniobras de ajuste orbital al mes y mantener una vida útil estimada de entre siete y diez años.
Incorporan avanzada tecnología de transceptores en bandas Ku, Q y V (50-75 GHz), con capacidad individual de hasta 1 Gbps —y agregada proyectada en decenas de Tbps para toda la constelación—, así como sistemas para enlaces láser inter-satélite, lo que reduce la dependencia de estaciones terrestres.
En el plano de observación y seguridad, algunos satélites portan cargas útiles de radar de apertura sintética (SAR) y capacidades de inteligencia de señales (SIGINT), reflejo de la versatilidad dual (civil y militar).
Lanzamientos y cadencia
El despliegue de Qianfan utiliza los cohetes Larga Marcha 6A, 8 y, próximamente, Larga Marcha 12. Los lanzamientos se efectúan principalmente desde los centros de Taiyuan y Wenchang. Hasta ahora, los principales lotes de 18 satélites se enviaron en lanzamientos agrupados, pero la cadencia está condicionada por la capacidad industrial y la congestión de la infraestructura de lanzamientos china, un factor que ha provocado retrasos importantes respecto al cronograma oficial.
Espectro y coordinación internacional
Qianfan opera en las bandas Ku, Q y V, con autorizaciones gestionadas y defendidas ante la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT). China busca asegurar suficiente espectro y slots orbitales frente a la alta competencia global, respetando los requisitos de despliegue para no perder derechos de uso según las normas internacionales[8][10].
Terminales de usuario y antenas terrestres
El sistema prevé terminales terrestres compactos para usuarios particulares (similares a los de Starlink), así como soluciones móviles, marítimas, vehiculares y especializadas para fuerzas armadas. También se desarrollan estaciones terrestres y centros de control distribuidos en el territorio nacional y en el extranjero, destinados tanto a fines comerciales como de seguridad y gestión de red.
Interconectividad e infraestructura física
Qianfan se integra con las redes terrestres nacionales e internacionales a través de puertas de enlace (gateways) estratégicamente distribuidas, facilitando la interconexión con infraestructuras de fibra óptica, centros de datos y redes móviles 5G/6G.
El diseño prevé resiliencia ante cortes y la capacidad de brindar conectividad directa a dispositivos móviles en zonas rurales, remotas o afectadas por catástrofes. La arquitectura contempla el procesamiento distribuido en órbita (edge computing) y sistemas de ultra enfriamiento para cargas científicas avanzadas.
Implicaciones geopolíticas y económicas
Soberanía digital y estrategia nacional
Qianfan constituye un pilar clave en la estrategia nacional china para consolidar la soberanía digital. Permite al país depender de su propio sistema de Internet espacial, protegido de interferencias externas y con total control sobre el flujo de información. Esto se considera fundamental para la seguridad nacional, la protección de datos y la independencia frente a eventuales sanciones o restricciones occidentales.
Competencia global y nuevo mercado
La irrupción de Qianfan intensificó la competencia en el creciente mercado de conectividad satelital. China aspira no solo a satisfacer su demanda interna, sino a desafiar la supremacía de Starlink a nivel internacional, ofreciendo servicios en África, América latina, Asia central y otras regiones prioritarias dentro de la Iniciativa de la Franja y la Ruta de la Seda. El potencial impacto se refleja en la posible caída de precios, la diversificación de opciones para países en desarrollo y un reequilibrio de fuerzas en el terreno de la economía digital.
Qianfan es central en el objetivo chino de expandir su influencia global, especialmente en países con deficientes infraestructuras de telecomunicaciones. A través de acuerdos bilaterales y financiación de proyectos conjuntos, China busca posicionar Qianfan como el facilitador de la digitalización, el comercio electrónico y servicios gubernamentales en zonas estratégicas, promoviendo a la vez estándares técnicos chinos y fortaleciendo lazos económicos.
Estándares, regulación y poder blando
El desarrollo de mega-constelaciones permite a China influir en la definición de estándares técnicos y normativos a nivel internacional, disputando la gobernanza espacial frente a Occidente. A través de la UIT, China defiende su derecho al uso del espectro y los slots orbitales, promoviendo una agenda de cooperación tecnológica centrada en el «Internet global con características chinas».
Esto generó preocupaciones y críticas en los Estados Unidos y Europa respecto al uso potencial de Qianfan para vigilancia, censura de contenidos o despliegue de capacidades militares, así como su papel como herramienta de poder blando para difundir la visión y valores chinos a escala global.
Perspectivas occidentales
Actores occidentales, en particular los Estados Unidos, plantearon dudas sobre la transparencia del sistema, la gestión de datos y las posibles aplicaciones de seguridad y vigilancia de Qianfan. El debate se centra en la conveniencia de permitir el acceso a infraestructuras críticas a operadores estatales chinos, y el riesgo de dependencia tecnológica. Sin embargo, para muchos países en desarrollo, Qianfan significa una oportunidad de conectividad sin precedentes y una alternativa viable frente a la oferta dominante estadounidense.
Desafíos y obstáculos
Financiación y sostenibilidad
El costo de desplegar y operar una constelación de más de 15.000 satélites se estima en decenas de miles de millones de dólares. A pesar del robusto apoyo estatal, la sostenibilidad financiera depende de la rentabilidad comercial, la captación de clientes globales y la habilidad de competir en precios y calidad con Starlink y otras constelaciones emergentes como OneWeb y Kuiper.
Tecnología e innovación
El desarrollo y manufactura de satélites avanzados, cohetes de lanzamiento y terminales terrestres exige una constante actualización tecnológica e inversiones en investigación y desarrollo. Dificultades adicionales incluyen la congestión de la infraestructura espacial nacional, la escasez relativa de cohetes y las restricciones materiales derivadas de las tensiones comerciales internacionales.
Basura espacial y sostenibilidad orbital
Qianfan, como otras mega-constelaciones, enfrenta crecientes cuestionamientos sobre el impacto ambiental y el aumento de la basura espacial. China desarrolló protocolos de desorbitación y estrategias de mitigación de riesgos, si bien expertos independientes destacan la urgencia de una gobernanza más estricta y cooperación internacional para evitar colisiones y saturación en LEO.
Regulación internacional
El cumplimiento del complejo entramado reglamentario internacional, especialmente en lo relativo a la UIT (normas de despliegue, espectro y slots), es fundamental para garantizar la validez y sostenibilidad del proyecto. Retrasos en el despliegue pueden conllevar la pérdida de derechos sobre órbitas y bandas asignadas.
Competencia y percepción pública
Para triunfar globalmente, Qianfan debe superar la percepción de ser un instrumento estatal y responder a inquietudes sobre privacidad y protección de datos. El desafío incluye conquistar la confianza de clientes institucionales y particulares fuera de China, así como innovar para ofrecer servicios diferenciados y competitivos.
Equipos de Qianfan en un buque en Hong Kong.
Nuevos jugadores en la Internet satelital
El surgimiento de Qianfan como rival directo de Starlink marca un punto de inflexión en la carrera espacial y tecnológica global. China, motivada por ambiciones geopolíticas y económicas, apuesta por una infraestructura de Internet satelital propia, avanzada y de escala sin precedentes, con el objetivo de redefinir estándares, mercados y equilibrios de poder. A pesar de los retos logísticos, financieros y regulatorios, Qianfan representa —junto a Starlink— los nuevos pilares de la conectividad planetaria.
En los próximos años, el mundo asistirá a la expansión acelerada de constelaciones y a la profundización de la competencia en servicios, tecnología y regulación. El desenlace de esta competencia puede cambiar no solo la forma en que accedemos a Internet, sino también la estructura misma de la economía digital global, la soberanía informacional de los estados y el balance de poder en la órbita baja terrestre. Para millones de personas todavía desconectadas, la promesa de Qianfan y sistemas similares supone una revolución palpable: la oportunidad de ser parte activa de la era digital.
El impacto de estos megaproyectos se sentirá no solo en la infraestructura, sino en la vida cotidiana, la educación, la economía y la seguridad de cada región conectada. Así, Qianfan no es solo una respuesta a Starlink, sino un símbolo de la creciente rivalidad tecnológica global y del nuevo capítulo en la historia de la digitalización planetaria.