El 2 de enero de 1992, recién asumido como gobernador de Santa Cruz, Néstor Kirchner tomó una decisión que hoy sería catalogada por el kirchnerismo como un “ajuste salvaje”.
Mediante el decreto provincial 309/92, firmó una reducción del 15% en los salarios públicos y jubilaciones provinciales, alegando “imposibilidad de pago” de los sueldos de diciembre y del aguinaldo correspondiente.
Fue una medida tomada para hacer frente a una provincia con un gran déficit fiscal. Sin embargo, el recuerdo de ese decreto parece haber sido olvidado selectivamente por el kirchnerismo, que hoy critica al Gobierno de Javier Milei por querer vetar leyes inviables que quebrarían al Estado.
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El decreto de Kirchner, además del recorte salarial, ofrecía retiros voluntarios y “invitaba” a los municipios a imitar la medida. La mayoría lo hizo, salvo Río Gallegos y Pico Truncado. Entre los firmantes del decreto figuraban varios nombres que con el tiempo ocuparían cargos clave en la Nación: Carlos Zannini, Alicia Kirchner, Ricardo Jaime (luego condenado por corrupción) y Carlos Muratore, funcionario desde tiempos de la dictadura.
Lo paradójico es que esta medida de fuerte contenido fiscalista fue impulsada por el mismo espacio político que, años después, demonizaría cualquier intento de contener el gasto público en nombre del “modelo nacional y popular”.
Además, mientras el kirchnerismo ataca al presidente Javier Milei por cuidar el equilibrio fiscal, Cristina Kirchner vetó en 2010 un aumento de jubilaciones, con el argumento de que era una «ley de quiebra» del Estado.
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El entonces intendente de Río Gallegos, Alfredo Martínez (UCR), recordó que la provincia “estaba prendida fuego”, pero reconoció que su municipio también atravesaba serios problemas, lo que lo obligó a parar la obra pública, refinanciar proveedores y reducir gastos operativos.
Sergio Acevedo, quien en aquel momento era intendente de Pico Truncado y luego sería gobernador, defendió la medida de Kirchner diciendo que «Kirchner redujo sueldos y jubilaciones de acuerdos a los valores que podía pagar la provincia en aquel momento«.
Hoy, el kirchnerismo acusa de insensibilidad a un presidente que defiende a capa y espada el superávit, con el objetivo de evitar una crisis fiscal que destruya, una vez más, la economía del país. Sin embargo, cuando ellos lo hicieron, nadie se quejó.