Ángel Di María volvió y gritó el gol soñado para una fiesta que al final fue inconclusa

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Fue un día histórico en la vida de Central. El regreso de Ángel Di María al fútbol argentino lo decía todo y en Arroyito se tomó como “el” momento de este torneo Clausura que acaba de iniciar para el equipo de Ariel Holan. Era la fiesta perfecta en el Gigante, con el triunfo parcial con gol de Angelito, de penal, aunque ese empate agónico de Godoy Cruz le sacó protagonismo a ese grito de gol eufórico, con el torso desnudo, la camiseta 11 al viento y el estadio completo gritando “Fideo, Fideo”.

Esa imagen del final tuvo un peso increíble, casi equiparable a ese grito desaforado de los 78’ cuando Fideo marcó de penal. Hubiese sido la fiesta perfecta ese 1 a 0, aunque Di María al final ya no estuviera en cancha, la que dejó en camilla. Pero hay mucho camino por delante, muchos partidos para seguir disfrutando a Fideo. También mucho por mejorar por parte del equipo.

Di María era el centro de atención en este debut canalla. Así se vivió de principio a fin. Cuando el reloj marcó las 15.14, un jugador apareció en soledad por el túnel. Era él. Era Di María, a quien el estadio completo aplaudió a rabiar. Fue el primer contacto del hincha con ese enorme jugador que dejó una estela en el fútbol, después de 18 años, un mes y dos días (2-0 ante Gimnasia de Jujuy en 2007).

La fiesta del Gigante desde temprano

Fideo ingresó en soledad al campo de juego y en medio de esa euforia caminó hacia el campo de juego, se paró en el círculo central y levantó sus brazos para saludar hacia los cuatro costados. “Fideoooo, Fideooo”, “que de la mano, de Di María, todos la vuelta vamos a dar”, atronó en Gigante segundos antes de que el resto del equipo saliera a hacer los movimientos precompetitivos.

>>Leer más: El minuto a minuto de Ángel Di María

Era el principio de lo que debía ser una fiesta completa. No lo fue por ese gol de Poggi que en el adicional aplacó lo que hasta ahí era euforia y locura.

Un recibimiento impactante, con un Gigante colapsado por el colorido de las bombas de humo y el estruendo de la pirotecnia. El video, la plaqueta de Chiqui Tapia y demás yerbas. ¿Y después? A jugar.

Fideo fue hacia la derecha, pegado a la raya, desde donde buscaría el desequilibrio. Tardó más de un minuto en tocar la pelota y en la primera que le llegó a los pies le faltó una fracción de segundo para no verse tan encimado por el rival.

Toda la expectativa en Ángel Di María

Estaba claro que una vez que rodara la pelota la atención iba a pasar a ser el partido propiamente dicho, pero cada vez que la pelota le iba a Fideo había expectativas de que surgiera algo distinto. La primera individual la buscó recién sobre los 13’ cuando intentó desbordar en velocidad, pero Altamira se la tocó justo al lateral.

Volvió a estar cerca del gol en un remate de Campaz que Petroli tapó bastante lejos del arco, pero Dóvalo le cobró falta.

“Bienvenido al fútbol argentino”, le dijeron un par de veces en ese primer tiempo. Primero Rasmussen y después Poggi.

>>Leer más: El regreso fantástico trunco por el pisotón y el gol rival

En el primer tiempo fue el dueño absoluto de cada pelota parada. De un par de envíos suyos lo tuvo de cabeza Quintana primero y Veliz después.

Recién después de los 5’ tocó la primera pelota en el complemento, en el que se lo vio más encarador, aunque futbolísticamente era uno más.

El gol soñado que pudo ser triunfo

Y llegó en agarrón de Barrea sobre Veliz, el pitazo de Dóvalo. Di María se mantuvo al margen de todo. Malcorra y Mallo estaban al lado de la pelota, pero lo hicieron sólo para protegerlo de cualquier presión por parte del rival. Fue, la agarró con el “Fideooo, Fideooo” de fondo. Unos pocos pasitos cortos, la vista fija en la pelota y el toque sutil a la izquierda de Petroli.

No era un gol más en la historia de Central, era el de Di María en su regreso a Central. Por eso la corrida loca, ya sin la camiseta y ese festejo que tiró paredes con la emoción, no sólo de Fideo sino de quienes estaban afuera.

Ganaba Central y ¡con gol de Di María!, pero la fiesta no pudo ser completa. Fideo dejó la cancha tras un pisotón de Poggi y sobre el final llegó el empate del propio Poggi.

Señoras y señores, que el árbol de empate no tape el bosque que implica la vuelta de Angelito. Hay mucho tiempo para disfrutarlo y esto que pasó en el Gigante fue recién el principio.

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