A pesar de que el Gobierno logró incrementar las reservas brutas, que treparon al mayor nivel en los últimos dos años y medio, lo logró vía endeudamiento. Los analistas advierten que no sería la manera más virtuosa de engrosar las arcas del Banco Central (BCRA) y que tarde o temprano deberá comprar dólares “genuinos”. El segundo semestre se muestra desafiante: un período estacionalmente de menor liquidación del campo y una mayor demanda de divisas por importaciones, turismo emisivo, dolarización de carteras de ahorristas en un contexto electoral y de eliminación del cepo.
El jueves, los activos brutos finalizaron en US$ 40.241 millones. Así, esta semana superaron por primera vez desde febrero de 2023 la barrera psicológica de los US$ 40 mil millones. No obstante, se encuentra lejos de los US$ 50 mil millones que prometió el presidente Javier Milei para mayo durante la cadena nacional del mes anterior en la que anunció el nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) desde el Salón Blanco de la Casa Rosada.
Este año el Gobierno logró engrosar las arcas a través del endeudamiento: US$ 3 mil millones con REPO con bancos internacionales, US$ 12 mil millones del FMI, y US$ 8 mil millones, según estimaciones de la consultora Vectorial. A eso hay que sumarle otros US$ 1.500 millones del Bonte 2030. Sin contabilizar estos mecanismos, en lo que va de la gestión libertaria, el total del stock de la deuda bruta nacional creció más de US$ 35 mil millones.
Cabe recordar que desde la implementación del nuevo esquema cambiario, el Central no intervino en el MULC, ya que el oficialismo espera que el tipo de cambio se coloque en el piso de la banda para poder comprar. Así, la acumulación de reservas de este año resulta un puente riesgoso, dado que los desembolsos del FMI inflan reservas hoy, pero cargan pagos crecientes desde 2026, y menos capacidad de reacción ante shocks externos. “¿Puede lograr estabilidad con esto? Sí, mientras los capitales ahora liberados no decidan irse, puede manejar cierto control de variables”, expresó a PERFIL Hernán Herrera, investigador del Instituto Argentina Grande (IAG).
“No me parece la forma más ‘virtuosa’ y sostenible de acumular reservas y tener un ‘colchón’ para evitar volatilidad que pueda surgir domésticamente o del exterior. Siempre que los dólares no los aporte la economía real (exportaciones), la toma de deuda (cuenta capital de la balanza de pagos) supone un riesgo que cuando se materializa puede traer graves consecuencias como observamos en 2018-19”, agregó a este medio Ramiro Tosi, economista de Suramericana Visión y exsecretario de Financiamiento.
Si bien el Fondo celebró la decisión del equipo económico, de acuerdo con estimaciones de LCG, las reservas internacionales netas según metodología del FMI quedaron a US$ 3.600 millones de la meta establecida al 13 de junio. Por eso se decidió postergar la revisión. La semana que viene está previsto que llegue al país una comitiva del organismo internacional para evaluar las métricas de cumplimiento del nuevo programa.
No obstante, este desempeño inicial no garantiza que el equilibrio se mantenga sin alteraciones. Hacia adelante, el oficialismo apuesta. Pero le será difícil poder acumular reservas por otra vía y en el medio se encuentran los pagos de los globales y bonares el próximo 9 de julio por US$ 4.500 millones.
La segunda mitad del año es un período estacionalmente en el que el campo liquida menos. Según Ciara-CEC, en los primeros cinco meses del año el sector agro industrial aportó US$ 11.700 millones. “Hay otras exportaciones, pero es cierto que la gran estacionalidad es abril-junio. Para peor, se adelantó mucho por la baja temporaria de las retenciones, así que el bajón va a ser grande para el segundo semestre”, comentó a PERFIL Martín Burgos, economista del Centro Cultural de la Cooperación.
La segunda cuestión va ser que en la medida en que la reactivación económica aumente, se podría traducir en un incremento de las importaciones y eso son dólares que se van. En los primeros cinco meses del año se observó un aluvión de importación, y redujo considerablemente el superávit comercial en comparación con el mismo período del año pasado: US$ 7.266 millones menos que en 2024.
A su vez, los argentinos demandarán más dólares para dolarizarse, en un contexto de año electoral y sin cepo, y de incremento del turismo emisivo. En el cuarto mes del año, los ahorristas compraron US$ 2.048 millones y por turismo US$ 863 millones, aunque los analistas prevén que este último guarismo se vea incrementado por las vacaciones de invierno y el atraso cambiario.
“A eso agregale la formación de activos externos (FAE) en niveles de 2.010 millones de dólares en abril; si suponemos que va a seguir así, estamos hablando de casi 20 mil millones entre abril y diciembre. A esta altura llegamos a diciembre con 25 mil millones de dólares de reservas brutas”, alertó Burgos
“En términos estructurales, siempre el segundo semestre del año es en donde desacumulás divisas. Pareciera que no va a haber muchos más ingresos de dólares que la cuenta financiera. Entonces, teniendo en cuenta la demanda de divisas que enfrenta tradicionalmente la economía argentina en el segundo semestre, evidentemente aparece algún tipo de dificultad para sostener la paridad cambiaria”, analizó a este medio Haroldo Montagú, economista jefe de Vectorial.
A pesar de que el Gobierno apuesta al Bonte 2023 para sumar unos mil millones de dólares mensuales hasta fin de año para cumplir con la meta del FMI, tarde o temprano el equipo económico deberá comprar “dólares genuinos” de cara al perfil de vencimientos de 2026, ya sea vía adquisición en el MULC o por compras del Tesoro por superávit fiscal. El año que viene vencen US$ 19 mil millones de deuda, US$ 10 mil millones correspondiente a capital y US$ 9 mil millones de intereses. Si bien la primera parte lo podría refinanciar, aunque para eso debería bajar el riesgo país para acceder a los mercados de capitales, los nueve mil millones de dólares los deberá gatillar cash, dólar tras dólar sobre la mesa.