Después de una semana de lluvia, el sol finalmente asoma en Buenos Aires. Justo a tiempo para recibir a Elísabet Benavent, que llegó al país para presentarse a sala llena en la Feria del Libro y conocer en persona a algunos de sus muchos fans argentinos. Aunque mientras posa para las fotos en un hotel de Retiro, un día antes del evento, sonríe y contrasta: «Y eso que lo mío son las lluvias».
Quizás sea porque sus libros parecen hechos para acompañar una tarde gris: hay algo en sus historias que se acomoda bien al ritmo de lo íntimo. Como ella misma, que conversa sin apuro y sin poses, con esa mezcla de franqueza y calidez que también tienen sus personajes. Esos que la llevaron a través de 22 novelas y que incluso alcanzaron la pantalla de Netflix, con éxitos globales como «Valeria». Su última creación, «Esnob» (Suma), le presentó un nuevo desafío: escribir desde la voz de un hombre. Un protagonista imperfecto, irónico y a la vez querible. Como todo en su universo, hecho a la medida de las contradicciones humanas.
NOTICIAS: ¿Cuánto le costó ponerse en la piel de un hombre?
Elísabet Benavent: Bastante. Me costó muchísimo encontrar la voz de Alejo. Estuve meses corrigiendo, hasta que di con el tono. Necesitaba que fuera un imbécil, pero uno adorable. Que supieras que podía redimirse. Y para eso también necesitaba que fuera una voz masculina en primera persona, porque si no lo explicaba él, al segundo capítulo lo hubiéramos mandado al garete. Fue un reto, pero creo que como escritores tenemos la obligación de ponernos las cosas incómodas. No creo en repetir una fórmula que haya funcionado.
NOTICIAS: ¿Es más fácil o más difícil es escribir ahora que tiene todos los ojos del mundo encima?
Benavent: Ahora mismo es difícil. Porque soy una sola angustia, estoy siempre preocupada, entonces me entra vértigo. Además, son 22 novelas y tengo muchísimo miedo a repetirme. También estamos viviendo unos tiempos raros, muy positivos en cuanto a que tienes un feedback a tiempo real que te permite aprender muchísimo, pero a la vez las opiniones son completamente subjetivas y contradictorias. Acabas con una especie de tortilla mental y pierdes tu propio foco.
NOTICIAS: ¿Cómo se protege frente a eso?
Benavent: Me ayuda mucho mi editora. Ella siempre me aparta un poco de estos pensamientos de «¿y si no gusta? ¿Y si alguien se siente defraudado?». Me ayuda a pensar qué quiero contar aparte de la historia de amor, cuál es el peso del libro, cómo voy a querer recordarlo cuando pase el tiempo.
NOTICIAS: Se ha vuelto la reina de la novela romántica, ¿ le gustaría investigar otros géneros?
Benavent: Creo que lo mío es más bien comedia romántica, porque para mí el humor es súper importante, es una de las herramientas con las que enfrentar la vida y lo defiendo y lo llevo como estandarte. Y creo que la comedia romántica es un género que mezcla muy bien con muchos otros. «Todas esas cosas que te diré mañana» ya mezcla ciencia ficción. Pienso que iré indagando. Quiero divertirme, y entonces creo que el lector también lo hará.
NOTICIAS: Varios de sus libros han llegado a la TV. ¿Hoy escribe con esa estructura visual en mente?
Benavent: No, porque creo que pervierte el proceso. Uno no puede ni siquiera pensar en las opiniones que va a tener la gente cuando lo lea. No puedes pensar en términos comerciales cuando estás escribiendo, porque cambia el motor desde el cual lo estás haciendo. Si estás escribiendo para vender, algo falla. Además de que no sale. Pero sí es verdad que a fuerza de leer guiones, de estar en un equipo en el que todo el mundo está muy volcado a enseñarte y formes parte del proyecto, te queda algo. Sin duda influye en la forma en la que escribo hoy, me doy cuenta de que voy haciendo escenas más dinámicas.
NOTICIAS: ¿Es un sueño cumplido llegar a lo audiovisual?
Benavent: Creo que lo audiovisual y lo narrativo se necesitan mutuamente. Porque la narrativo necesita de lo visual para llegar a más hogares, y lo visual necesita contenido. Por ejemplo, lo que está sucediendo con «El Eternauta» ahora mismo. Es una novela gráfica que mucha gente no conocía y seguramente van a acercarse. Es un círculo virtuoso.
NOTICIAS: Ha escrito muchas sagas. ¿Le cuesta despedirse de los personajes?
Benavent: Un poco. Pero de un tiempo a esta parte creo que he aprendido que son como amores de verano. Hay que saber despedirse para que el recuerdo siga siendo bello. Porque cuando le tomas mucho cariño a un personaje, te ves tentado a alargar las cosas. Me ha pasado en proyectos, y ahora echando la vista atrás me da pena no haber acortado ciertas historias.
NOTICIAS: Cumplió 40, ¿cómo le sientan?
Benavent: Tengo una amiga que siempre está con la broma de que los 40 no son el problema, el problema es que luego vienen los 41… (ríe). Los llevo bien. Aunque al igual que cuando cumples los 30, nos pende encima como una espada de Damocles. «A los 30 tienes que tener el trabajo de tu vida, una casa, una pareja». Ya nos estamos quitando un poco ese peso de encima, pero con los 40 pasa lo mismo. Y yo no me siento como pensé a los 20 que me sentiría a los 40. No voy a decir que son los nuevos 30, porque son maravillosos siendo lo que son, pero vivimos en una sociedad muy edadista, sobre todo con las mujeres. Para nosotras importa primero la belleza, luego la edad, y por último nuestra valía. Vamos a empezar a darle la vuelta, porque los años son experiencia, y la experiencia es sapiencia. Nos volvemos más sabias. Tenemos más ojeras y más patas de gallo, se nos caen las carnes, pero eso hay que abrazarlo. Intento que mis personajes sean también un espejo de cómo voy buscando la manera de hacer más amable este viaje.
NOTICIAS: Y escribiendo tanto de amor, ¿qué hay de la propia historia?
Benavent: Estoy muy bien y muy feliz. Cuando tenía 20 y algo, tenía una idea más grandilocuente del amor, de estas grandes declaraciones, y me he dado cuenta de que el amor son micro romanticismos. No quiero que me quieran a lo grande, quiero que me quieran todos los días y bien. Quiero que me cuiden y quiero que me nazca cuidar. Estos amores apasionados, estos tira y afloja, no son para mí. Es evidente que sin problema no hay historia, pero en los libros quiero que los problemas sean aterrizados, cotidianos, que no sean tóxicos.
NOTICIAS: Escribe muchas escenas de sexo, ¿le cuestan?
Benavent: Muchísimo. Y de hecho, en cada libro hay menos. Me he dado cuenta de qué tiene que ser una herramienta más para la historia, no puede estar ahí salpicado porque sí. Es verdad que construye el idioma de los amantes, y es muy fácil echar mano de una escena de sexo para afianzar la intimidad entre los personajes. Mi reto es solo incluirlas cuando van a hacer avanzar la historia. Que sean necesarias. La línea que separa lo erótico y la naturalidad de lo chabacano es muy delgada, entonces invierto muchísimo tiempo en esas escenas. Son las que más corrijo.
NOTICIAS: ¿Siente que ha encontrado un nicho en esa parte hot? Muchos autores le huyen…
Benavent: Fíjate que creo que se me da mejor la tensión sexual que resolverla. Además, me parece más divertida. Pero como lectora necesito resolverla, porque cuando hay historias en las que estás ahí, venga, venga, venga, y llega el momento y todo pasa «a la mañana siguiente», no puedo evitar pensar cómo se han comunicado esas dos personas. Y no es una cuestión solo morbosa -porque a todos nos gusta ese puntito spicy-, sino porque es importante para la historia. Creo que estos libros lo que hacen es normalizar lo erótico. Me lo planteé como consumidora de literatura, a mí no me gusta esa cortina del día siguiente, me parece que crea un espacio oscuro en el que caben muchas cosas y no todas son buenas. Si descorremos esa cortina y ponemos luz, también tenemos la oportunidad de hablar de un montón de temas, como el placer femenino. De poner a la mujer como objeto deseante y no deseado. De hablar de las cosas que pueden pasar y no son ideales.
NOTICIAS: Se le deben acercar muchos autores jóvenes que quieren empezar a publicar, ¿que les recomienda?
Benavent: Que lean muchísimo, y no solamente del género que escriben. Es importante no tener prejuicios ni como escritor ni como lector. Que se formen, porque está muy bien transgredir la norma, pero primero hay que saberla. Además, la formación es algo continuo: yo sigo aprendiendo a poner comas. Encontrar a un tercero de confianza que nos pueda decir si algo está muy lento, si un diálogo no es creíble, si algo lo alargarían. Y escribir sin miedo, porque no escribimos sobre piedra, todo se puede borrar y volver a empezar.