El corto rosarino «Hatker» participa del festival de Cannes

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“Hatker”, el cortometraje animado dirigido por el rosarino Alejandro Ariel Martin, participa de la 78 edición del festival de Cannes, dentro de la sección Short Film Corner. La producción fue parte de la competencia oficial del Bafici y fue uno de los 40 seleccionados para estar en junio en Annecy, el festival de animación más prestigioso del mundo.

Realizado con el apoyo de Espacio Santafesino, este cortometraje de animación de ocho minutos fue realizado con la técnica de stop motion y de manera completamente artesanal: todo lo que se ve en pantalla fue construido y animado a mano, sin cromas ni efectos especiales.

El corto cuenta una historia sencilla pero potente. En una antigua oficina en ruinas, un grupo de personas se encuentra adherida al techo por sus sombreros. Completamente alienados, no parecen darse cuenta que están lejos de sus escritorios. Cada vez que suena el teléfono, uno desaparece. Hacker, el único que parece anoticiarse de la situación, intenta liberarse para salvarse.

Con una estética lúgubre, transmite la solemnidad, el tedio, la desesperación, lo inexorable de la escena. En pocos minutos y con criaturas animadas, en un set increíblemente realista, habla de uno de los grandes temas de la humanidad. “El eje de la historia es el poder. En un primer momento lo mostramos como una entidad que está desde una torre controlando todo y define la forma en que se comportan los personajes. Después hay un giro en la historia”, detalló Alejandro en diálogo con La Capital.

Un corto hecho de manera artesanal y en equipo

El equipo de “Hatker” lo completan Florencia Pilotti (quien acompañó a Alejandro en guión, producción y movimientos), Carolina Cairo en dirección de arte, Santiago Zecca en dirección de sonido, Liza Tanoni en diseño de vestuario, Alita Molina y Sandro Gschwind en la actuación de voces, Hermes Scipioni en música original, y Daniel Sguiglia en storyboards. Martin fue también encargado de la animación, la dirección de fotografía y la edición. En total, unas 25 personas intervinieron en distintas etapas del proceso.

En épocas de hegemonía digital y fórmulas narrativas, en las que la velocidad parece ser lo que construye valor, la propuesta del rosarino va a contramano: un cine completamente artesanal, donde todo lleva tiempo y cuidado. Alejandro y sus colaboradores estuvieron dos años construyendo los personajes y los sets, y tres meses enteros de rodaje.

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Con un sostenido recorrido desde su estreno, “Hatker” llegó al Short Film Corner, el mercado de cortometrajes organizado por el Festival de Cine de Cannes que reúne a profesionales de todo el mundo. Este año tendrá lugar entre el 18 y el 21 de mayo en la ciudad francesa.

El catálogo de mercado SFC presenta cortometrajes creativos y prometedores en una sección no competitiva. Ofrece un panorama mundial del talento cinematográfico, está cuidadosamente curado y elaborado en línea con las expectativas de programadores de festivales, distribuidores, productores y compradores que asisten a Cannes.

Alejandro Ariel Martín es realizador audiovisual graduado de la EPCTV de Rosario, licenciado en Comunicación Social de la Universidad Nacional de Rosario y tiene un posgrado en Comunicación Creativa de la Universidad Autónoma de Barcelona. Su primer cortometraje “Epinerov”, participó de 93 festivales internacionales y obtuvo 22 reconocimientos entre premios y menciones.

Además, el stop motion permite algo raro en el cine: el control total. Eso no es sólo provechoso a nivel creativo, es decir que cada cuadro quede exactamente como lo dispone el realizador (sin tener que adaptarse a todas las contingencias de un rodaje en live action), sino también a nivel presupuestario. Sin muchos recursos, “se puede ir haciendo y filmando de a poco”. El tiempo es un recurso escaso y muy valioso en la realización audiovisual y su buen uso se manifiesta con creces en la enorme calidad del cortometraje.

“Hatker” transcurre íntegramente en una oficina, representada a través de una maqueta de dos metros por cuatro metros. Los objetos (las lámparas, los papeles, los elementos de trabajo, de un realismo impresionante) y los personajes están hechos en una escala de 1:6 (seis veces más chicas que su tamaño real).

Para dar vida a los distintos personajes, Alejandro y los suyos modelaron a mano con masilla unas 600 caras con gestos distintos. “Eso se escanea con fotografía, y con un software se hace hace una impresión 3D y se pinta a mano. Con planillas se hace descomposición de movimientos y eso se usa de guía para animar. Eso permite saber cuántos frames necesito armar para que el personaje haga el gesto de levantar la mano y sacudirse”, detalló el realizador.

Para los cuerpos, se usan unos “esqueletos tipo Terminator” hechos especialmente para stop motion, cuyo nombre técnico es “armadura ball and socket” y los cuales tuvieron que encargar especialmente a distintas partes del mundo como Italia y China.

En épocas de desfinanciamiento de las políticas nacionales de apoyo a la industria cinematográfica, Alejandro resaltó la importante del acompañamiento del estado para el sostenimiento de la producción independiente.

“Está bueno ver lo importante que es la producción local, que con muy poco apoyo logramos hacer algo que se va a ver en uno de los festivales internacionales más importantes del mundo. Esto demuestra que si se le diera más de apoyo, se podrían hacer cosas increíbles. En Rosario está lleno de profesionales muy buenos, que hacen lo que hacen con mucha pasión, no como si fuera un trabajo más”, aseveró el realizador. “El cine es industria y genera trabajo”, cerró.

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