Murió Francisco, el Papa llegado del fin del mundo al trono de San Pedro, que eligió la sencillez por sobre el boato, la humildad por encima de la ostentación y, sobre todo, la gran tarea de impulsar la unidad interreligiosa más allá de las fronteras del cristianismo.
Como líder espiritual Francisco nos abrazó y nos contuvo con su mensaje claro y trascendente, y como jefe de Estado ejerció el poder de su representatividad por encima de la fuerza de las armas de los poderosos que intentan someter a los pueblos que buscan construir su propio destino.
Murió Francisco. Antes, al asumir como pontífice, había muerto Jorge Bergoglio, el descendiente de piamonteses que tuvo que despojarse de su carnadura argentina para asumir la del mundo, creyente y no creyente, con una visión excepcional del papel que le tenía reservada la historia en la dura lucha por la salvación de la humanidad.
A los trebolenses nos dejó el regalo de su bendición a la imagen del Cristo que atesora nuestra iglesia, que fue la bendición a todos los que habitamos este pequeño rincón del mundo. Y a los desesperados obligados a dejar su tierra en busca de un futuro que les fue negado en la suya propia por las secuelas del colonialismo, la guerra y el hambre les abrió los brazos en las playas de Lampedusa para mostrarles a los egoístas que deben hacerse cargo del pecado en que incurren al ejercer la exclusión y la impiedad.
Murió Francisco, el que nació Bergoglio y predicó hasta el fin que el hombre no es el dueño del mundo sino parte de la naturaleza que insensatamente agrede día tras día, y que la justicia social es el centro del mensaje de Jesucristo que niegan los hipócritas que en nombre de las fuerzas del Cielo ejercen en el mundo terrenal la peor de las crueldades contra los más débiles y desamparados.
Que en estos tiempos de vértigo y desmemoria, donde la verdad y el criterio dependen de un mensajito colgado en whatsapp y las redes sociales, que el legado del papa Francisco haga el milagro de que la humanidad se reconcilie sobre la base de la paz, el amor y la justicia.